Un sonido, un movimiento, una luz... suena el teléfono, en la pantalla aparecen una cantidad de números inusual, eso me hace sospechar que es un organismo oficial. El miedo se anuda en mi estomago, trepa a mí garganta y se apodera de mi voz. No lo miro, no lo cojo, dejo que suene, intentando evadir el momento, retrasarlo. No puedo, y al poco vuelve a ocurrir. Esta vez me armo de fuerza y lo cojo, mi voz suelta sin expresión un buenos días para nada cierto. Mantenemos una conversación tras la cual mi mente se nubla. Mi esperado fin de semana desaparece en ganas de soledad. Una llamada, un momento, soledad...
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