domingo, 4 de noviembre de 2007

Dice...

... una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron. El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena: HOY, MI MEJOR AMIGO ME PEGO UNA BOFETADA EN EL ROSTRO.
Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse. El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo. Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra: HOY, MI MEJOR AMIGO ME SALVO LA VIDA.
Intrigado, el amigo preguntó:¿Por qué después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?
Sonriendo, el otro amigo respondió:Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo; por otro lado cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

LA BOLSA DE CLAVOS.

Esta es la historia de un muchachito que tenía muy mal carácter. Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia, debería clavar un clavo detrás de la puerta.

El primer día, el muchacho clavo 37 clavos detrás de la puerta. Las semanas que siguieron, a medida que el aprendía a controlar su genio, clavaba cada vez menos clavos detrás de la puerta. Descubrió que era más fácil controlar su genio que clavar clavos detrás de la puerta.

Llegó el día en que pudo controlar su carácter durante todo el día. Después de informar a su padre, este le sugirió que retirara un clavo cada día que lograra controlar su carácter.

Los días pasaron y el joven pudo finalmente anunciar a su padre que no quedaban más clavos para retirar de la puerta.
Su padre lo tomó de la mano y lo llevó hasta la puerta. Le dijo:

- Has trabajado duro, hijo mío, pero mira todos esos hoyos en la puerta. Nunca más será la misma. Cada vez que tú pierdes la paciencia, dejas cicatrices exactamente como las que aquí ves.

Tú puedes insultar a alguien y retirar lo dicho, pero del modo como se lo digas lo devastará, y la cicatriz perdurará para siempre. Una ofensa verbal es tan dañina como una ofensa física.

Maru Serrano dijo...

Pero yo el final del cuento me lo se de otra manera.

Est� el maric�n en el r�o ahog�ndose y el amigo desde la orilla que le grita:
- Llora, maric�n, llora����
y el otro que se ahogaba, que no sab�a nadar y la corriente le arrastaba... y el amigo desde la orilla:
- Llora, maric�n, llora����
El amigo desde el r�o, medio ahogado, ya sin aire, le responde:
- Pero maric�n no ves que me estoy ahogando, pa qu� quieres que llore?
A lo que el amigo le responde:
- Porque llorar desahoga.

jejjejejej, TOMA CHISTE BUENO (pa el repertorio de la Reme que se acercan fiestas de guardar)

Hermanita de la Caridad dijo...

Mu bonita la historia de los amigos. Hay que ser así, no ser rencoroso con los buenos amigos, pero tampoco ser tonto y dejarse pisotear.
La Criticona no tiene sentimientos!!jaja. Y hace un chiste de las cosas más profundas.
Saludos!!